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Agradecemos el interés en nuestro trabajo [1] por parte de Pérez-del-Vallín et al, grupo al que queremos puntualizar algunos detalles. Empleamos el termino ‘cohorte’ para designar a un grupo de sujetos que tienen una característica o un conjunto de características en común (generalmente, la exposición al factor de estudio), y de los cuales se realiza un seguimiento en el transcurso del tiempo; en nuestro caso, es el grupo de pacientes que presentaron síndrome de Guillain-Barré (SGB) en Veracruz, México, en donde se les ha estado dando seguimiento desde 2016 hasta la fecha. Como bien mencionan, un ‘estudio de cohortes’ es un diseño diferente donde se emplean casos y controles para un mejor estudio de la población; dicho sea de paso, se ha planeado un estudio posterior de estas características [2]. Actualmente, somos un grupo de estudio con profesionales de la medicina interna, medicina crítica, neurología y epidemiología, que hemos tenido a bien dar seguimiento a los casos desde 2016, cuando tuvimos nuestro primocontacto con el virus del Zika en esta región, y fecha en la cual realizamos un estudio retrospectivo sobre la relación causal entre el virus del Zika y el SGB, sin hallar relación alguna entre ellos. En esa primera experiencia sólo buscamos dengue, virus del Zika y chikungunya [3]. Dado lo anterior, se preparó un estudio más amplio para la búsqueda de otros agentes con propiedades neurotrópicas, el cual es el presente artículo [1]; tampoco encontramos el virus del Zika como agente causal, pero tuvimos otras evidencias de mayor importancia. Hemos conjuntado esfuerzos con otro hospital de la ciudad hasta conformar una cohorte de 34 pacientes, en los cuales, de igual manera, la incidencia de Zika es mínima (sólo dos casos positivos por PCR-RT en orina) [4]. Por motivos de espacio, muchas de las veces no podemos explayarnos en datos o presentar grandes gráficas, por lo que no se detalla caso por caso. Sin embargo, en la cohorte mayor se han enfatizado los estudios de extensión, como el análisis del líquido cefalorraquídeo, y los estudios de neuroimagen y neurofisiología. Respecto a las coinfecciones, éstas pueden darse entre agentes virales (virus-virus), pero de igual forma entre virus-bacterias, virus-hongos y virus-parásitos [5]. En cuanto al diagnóstico, seguimos la normativa de definiciones operacionales, en donde no se consideran las IgG para virus del Zika y tiene mayor valía actual la realización de PCR-RT e IgM, como se efectuó en nuestro protocolo diagnóstico, ante casos probables y confirmados de Zika [6]. Finalmente, mediante un estudio bibliométrico conjuntamos las principales cohortes comunicadas en Latinoamérica desde el inicio de la pandemia de Zika. La incidencia global se estimó en un 42%, por lo que nuestra recomendación sigue siendo realizar un protocolo amplio de agentes infecciosos que incluya agentes previamente identificados y virus de reciente introducción en América [7]. Como grupo de estudio, continuamos dando seguimiento a los casos previos y a los casos nuevos, que en este año han tenido menor incidencia, así como ampliando líneas de investigación, como la infección por Campilobacter asintomática en esta población, un estudio más ambicioso en el cual pretendemos aunar las cohortes de los diversos hospitales de la región que pertenecen al sistema nacional de salud.

Dr. Del Carpio Orantes L.

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